Violeta y suplente: nunca antes la camiseta argentina había estado atravesada por la actualidad

“La camiseta de Argentina siempre estuvo inspirada en los colores de la bandera; la única diferente, atravesada por la actualidad, es la casaca suplente, violeta, color de la diversidad y de la inclusión de género, que usará la Selección contra Polonia”, dice el periodista Cune Molinero.

“En la historia de los mundiales, la camiseta de Argentina siempre estuvo inspirada en los colores de la bandera; la única diferente, atravesada fuertemente por la actualidad, es la casaca suplente, violeta, color de la diversidad y de la inclusión de género, que usará la Selección contra Polonia”, dice el periodista Cune Molinero, uno de los autores de “Atlas Mundial de Camisetas”, libro que se publicó a mediados de este año y vuelve a tomar protagonismo con la Copa que ya se juega en Qatar 2022.

“Los colores de todas las selecciones de fútbol. La historia, las leyendas y las rarezas” es el subtítulo de este grueso volumen (Editorial Planeta), que firman Alejandro Turner, Sebastián Gándara, Agustín Martínez, Pablo Aro Geraldez y Cune Molinero, una pormenorizada investigación de casacas, diseños y logos, que permite hilvanar anécdotas, camisetas, fotografías y colores, un recorrido principalmente colorido, desde el primer mundial en Uruguay 1930 hasta la actualidad.

Los primeros partidos entre jugadores de diferentes naciones, la casaca como estandarte, las telas, los colores patrios de cada país, la idea de muchos gobiernos del fútbol como la posibilidad de obtener logros que no podían exhibir en el campo de la política o de la economía pero también los mitos, verdades y casualidades en las camisetas marcan el derrotero por estas páginas.

“Las camisetas de las selecciones dicen mucho acerca de la historia y del presente. Quizás en el último tiempo, con el marketing y en pos de vender más, estas cosas se han ido diluyendo pero siempre hay una marca concreta de la historia, de la ideología y de lo social, en las camisetas. Siempre”, enfatiza Cune Molinero, en una entrevista con Télam.

Y ejemplifica: “Muchas camisetas de Europa por caso tienen los colores de las casas reales y no de sus banderas, como Holanda que es naranja aunque su bandera sea roja, azul y blanca. O Italia, que tiene una camiseta azul por la Casa de Saboya mientras que los colores de su bandera son otros. O cuando España no usaba la camiseta roja por prohibición de Franco. Los escudos también dicen mucho: las esvásticas aparecían en la camiseta de Alemania en la década del 30”, relata.

Los casi cien años de Mundial -las selecciones que jugaron pero también las que no- estructuran el recorrido por este volumen visualmente impactante, mientras se desprenden datos minuciosos: hay medialunas islámicas en todos los países de predominio musulmán, se ve un candelabro de siete brazos en la casaca israelí y aparecen asociaciones que se mantienen en el imaginario con el paso del tiempo.

El primer mundial en el que Argentina se consagró campeón, en 1978, coincidió con la feroz dictadura cívico-militar que asoló al país. Pero además ese mundial conserva un fuerte recuerdo en la hinchada de un club regional marplatense: “En el 78, Francia y Hungría salieron a la cancha a cantar el himno antes del partido y como hacía mucho frío, todos usaban campera. Y cuando se las sacaron se dieron cuenta que ambas selecciones usaban camisetas del mismo color, blancas, un error del utilero de Francia. Por eso, un dirigente de Kimberley acercó rápidamente sus camisetas. Fue un día inolvidable para los hinchas del club marplatense”, cuenta Molinero.

Algo parecido sucedió en el Mundial del 30. “Jugaban Brasil y Bolivia y los dos tenían camiseta blanca. El árbitro se estaba volviendo loco, por eso, a mitad del primer tiempo, Bolivia volvió al vestuario y salió con una camiseta celeste, la de los locales, aunque mucho no le sirvió porque perdió igual”, relata el periodista.

Las camisetas de Colombia, Venezuela y Ecuador permiten ver orígenes comunes por provenir de aquel sueño bolivariano de la Gran Colombia, mientras que muchas camisetas africanas comparten el rojo, verde y amarillo originario de la bandera de Etiopía, el único país de ese continente que nunca pudo ser colonizado, y que está también asociado a Jamaica.

Lo más desopilante sea probablemente la decisión del entrenador alemán en el año 2006, cuando sugirió tomar para su camiseta (tradicionalmente blanca) el rojo de la bandera, luego de que dos antropólogos ingleses publicaran un paper acerca de cómo el color rojo -en disciplinas deportivas- gana más partidos y anota más tantos. Para Alemania, “el resultado fue un muy lindo modelo de Adidas que, de todos modos, no se usó en ninguno de los encuentros de esa Copa. Cuatro años más tarde, España, que habitualmente viste de rojo, ganaría su primer mundial. Aunque justo en la final usaría una camiseta azul. Cosas que pasan”, escriben los autores.

Este libro intenta reunir la mayor cantidad posible de camisetas nacionales en un solo lugar: las de los mundiales, pero también las de los equipos que nunca los jugaron. Las que tienen absoluta vigencia y las de países que ya han dejado de existir. Las conocidas, pero también las raras, las que se usaron para alguna ocasión especial, las accidentales y las legendarias.

De este modo aparece la anécdota de Camerún, cuando de ese país mandó a diseñar una musculosa como casaca de su selección pero la FIFA no se la dejó utilizar en el Mundial, “entonces tuvieron que coserle a último momento unas mangas negras para poder jugar”, detalla el autor.

“Si bien no es un libro exclusivamente sobre los Mundiales, las copas del Mundo nos ordenaron la información a la hora de mostrar las camisetas. Además, el Mundial cuenta historias muy interesantes y es el evento más aglutinante del fútbol mundial”, detalla Molinero.

Al margen de los orígenes, “las camisetas de los países se transforman a veces en talismanes que terminan desplazando las banderas que les dieron color. Son objeto de culto y de identificación en tierras ajenas, símbolo de orgullo, suma de recuerdos colectivos”, desgrana la contratapa de este volumen.

Si retomamos aquella cruzada de dos científicos ingleses por demostrar los colores y su influencia a la hora de ganar, o no, Molinero manifiesta que “aquel experimento dejaba escapar el valor más importante que una camiseta posee: su propia historia, que es, sin dudas, la de las alegrías, tristezas y esperanzas que la siguen. Vestir la camiseta de la Selección Nacional no necesita ningún otro condimento para un futbolista ni para su público”.