Tras dos años de pandemia, el 8M vuelve a la calle

Este martes hay paro de mujeres y manifestaciones en las grandes ciudades de la Argentina. Las organizaciones más cercanas al oficialismo se meten en la discusión por el acuerdo con el FMI. Las tasas de femicidio no bajan y el presupuesto para achicar la brecha de género no sube.

Tal vez la señal más portátil y más persistente por estas horas sea ver cómo los perfiles de miles de organizaciones, de mujeres y de personas no binarias empiezan a teñirse de violeta. Es el anuncio de que este martes, 8 de marzo, la Argentina se hará eco -una vez más- del Paro Internacional Feminista que se llevó a cabo en los últimos años en el Día Internacional de la Mujer.

En Buenos Aires, la convocatoria es a marchar hasta el Congreso de la Nación, por eso la concentración principal se da cita a las 16 en Avenida de Mayo y 9 de Julio. En los alrededores se concentrarán las distintas organizaciones para llegar hasta el Palacio Legislativo. La manifestación porteña será una de varias en el país: las ciudades más grandes de las distintas provincias tendrán también su movilización feminista. Se espera que sea la vuelta masiva a las calles de las mujeres y los feminismos tras dos años de menor presencia por la pandemia de CoVid-19.

Las organizaciones más cercanas al oficialismo nacional proponen una consigna para caminar las calles: “La deuda es con nosotras y nosotres. ¡Que la paguen los que la fugaron!”. La proclama será delante del edificio en el que se votará a favor o en contra del acuerdo al que el Poder Ejecutivo llegó con el Fondo Monetario Internacional para refinanciar la deuda de 44 mil millones de dólares que la Argentina contrajo en 2018, cuando gobernaba Mauricio Macri. No será la única consigna, aunque sí la más coyuntural.

En sus redes sociales, el colectivo Ni Una Menos sostuvo de cara a las movilizaciones de este martes: “Este 8M paramos y nos manifestamos en contra de las injusticias y las violencias, que toman a ciertos cuerpos como botín. La fuerza de nuestra organización, de nuestro movimiento, permite que la respuesta no sea aislada ni individual, sino en búsqueda de una reparación colectiva”.

El 8M llega a una Argentina que, desde que se sale a las calles para exigir la erradicación de la violencia machista, no ha logrado bajar las estadísticas de la forma más extrema de esa violencia: los femicidios. Según estadísticas de la organización civil La Casa del Encuentro, que lleva registros de estos casos desde antes de que el Estado empezara a hacerlo, entre el 1° de enero y el 28 de febrero de este año hubo 52 femicidios, 2 trans/travesticidios y 5 femicidios vinculados de varones: una nueva víctima de este tipo de violencia -originada en el odio de género- cada 26 horas. La última gran conmoción colectiva por las formas extremas de la violencia machista fue hace pocos días, ante la violación grupal denunciada por una joven de 20 años en Palermo.

Según un relevamiento publicado por el diario Clarín, el salario promedio mensual de mujeres argentinas que tienen entre 18 y 80 años es de 57.096 pesos. El servicio doméstico, los tratamientos de belleza, los servicios de limpieza, peluquería y comercio son los sectores que más frecuentemente emplean a las mujeres. En general, las mujeres padecen la llamada “brecha salarial” que separa sus salarios de las de sus pares varones. En diciembre, el INDEC dio cuenta de que esa brecha es actualmente del 28,45%.

A esa desigualdad se le suma la vinculada al trabajo no remunerado: una mujer argentina dedica tres veces más de tiempo que un varón para ocuparse de las tareas de cuidado -de niños y niñas, adultos mayores, personas con discapacidad- por las que no percibe dinero. Las diferencias en ese universo, nada menos que violencia económica, también son parte de los reclamos. El paro de mujeres que se llevará a cabo -y que insta a los varones a ocuparse especialmente de las tareas de cuidado este martes- busca visibilizar ocupaciones que, de tan frecuentes y tan culturalmente asignadas a las mujeres, están invisibilizadas como lo que son: trabajo. La pandemia de CoVid-19 evidenció esa situación: tal como publicó Delfina Torres Cabreros en elDiarioAR, a medida que se reabrían las escuelas, la tasa de ocupación formal de las mujeres aumentaba.

¿Qué hace el Estado para reducir la brecha de género? Según este informe de Torres Cabreros, el presupuesto 2022 no modificó el porcentaje del PBI asignado a las políticas que buscan achicar esas desigualdades. Tal como en 2021, representa el 3,4% del total presupuestado por el Poder Ejecutivo. La tasa se mantiene, como la de femicidios. El reclamo contra las formas más extremas de la violencia machista fue el puntapié inicial de las marchas masivas de mujeres de los últimos años, que la pandemia puso en pausa y que este martes vuelven al ruedo. Todas las otras formas de esa violencia también son parte de la pelea.